jueves, 12 de abril de 2007

EDUCACIÓN


A nadie se le escapa lo lamentable de la situación vivida en la apertura del nuevo I.E.S. Gonzalo Anaya, de Xirivella. Se ha cumplido la Ley de Murphy, es decir, cuando algo puede salir mal, sale peor. Se ha construido un nuevo Instituto, sí, es cierto, inaugurándolo y ocupándolo, dadas las prisas electorales, de forma precipitada (esto es lo que vulgarmente se conoce como uso político), lo que ha llevado a los alumnos a encontrarse con circunstancias verdaderamente surrealistas, teniendo en cuenta, además, que se podría haber finalizado el curso, consumido éste en su 75%, en el recinto en el que comenzó.

Dadas estas situaciones, por parte del profesorado, se pide al alumnado menos quejas y un poquito de madurez (obviaremos aquí la necesidad de predicar con el ejemplo), dado que estas molestias desaparecerán, mejorando considerablemente las condiciones en las que se impartirán las clases, una vez subsanadas las deficiencias. Claro, por supuesto, hasta ahí podíamos llegar; pero hasta que eso suceda, e insistiendo, ¿tan necesario era el cambio inmediato? ¿Tan complicado resulta a los adultos aplicar la sensatez propia de personas maduras, en escenarios, a priori, de tan parva dificultad como los dados en este triste evento? Parece ser que sí, y, aunque pudiendo inclinarnos a pensar y tomar el obligar a los alumnos a dar clases con goteras, luz de obra y un frío que pela, como una muestra de la innovación en lo que a recursos didáctico/pedagógicos se refiere, una vez comprobado lo inadecuado de éste, simplificar tanto o más que un niño, arguyendo como disculpa que la acometida principal de la luz fue quemada por verse obligados a dejar unos cartones en las puertas del nuevo espacio docente (del que aún no se ha hecho la pertinente entrega), dado que no se han instalado contenedores donde poder depositarlos, siendo quemados por unos desconocidos, a resultas de lo cual, demos gracias dado que, finalmente, no saliera ardiendo todo el edificio, para terminar responsabilizando, consecuentemente, a la corporación local de todos los males habidos y por haber... Maneras más decorosas de insultar a la inteligencia de las personas se han visto, máxime cuando lo que sucedió, simple, sencilla y llanamente es que la eléctrica de turno no había dado aún permiso para el uso del servicio.


Lo bien cierto y real es que he aquí un caso de mala praxis (no sólo en medicina se dan), el nuevo Instituto Gonzalo Anaya se debería haber abierto justo en el momento en que comenzara el curso 2007/08, habría sido lo sensato y maduro, evitando a los educandos la visión de numerosos adultos actuando de forma arbitraria e interesada, pasándose por el forro de los caprichos la dignidad ajena, la de personas en plena formación, con edades comprendidas entre los 15 y los 19 años.


Muy edificante y constructivo todo, como no podía ser de otra manera.


En fin, no sé...

Presentación


Saludos

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Es mi primer comentario, y espero que haya muchos más, tanto míos como vuestros.
Salud y pesetas