

Es lógico que se se ponga el grito en el cielo, unos presupuestos expansivos se llevaban décadas sin verlos, lustros en los que mayor beneficio han sacado los que menos necesidades, no vamos a decir ya perentorias, han tenido que satisfacer. La avaricia mueve montañas.
Resulta del todo insoportable asumir la ayuda estatal dirigida a la persona, el individuo, el ciudadan@ de a pie, a quien más difícil le resulta llegar a final de mes holgadamente. Suena demagógico, y lo es. O no lo es. Con el proyecto presentado a bombo y platillo, al a limón por el Presidente del Gobierno y la Ministra de Vivienda, centra su foco de acción en otorgar ayudas a hombres y mujeres jóvenes y, también, rayan@s en la mediana edad, dándoles la oportunidad no de comprar, pero sí de alquilar una vivienda. Si bien es cierto que poco va a solucionar esta iniciativa (en proyecto), no lo es menos que, por la misma regla de tres, tampoco han de solucionarle nada a Ford España las subvenciones recibidas y por recibir, o sí, y nadie pone el grito en el cielo. Si quiebra la sociedad financiera Fórum Filatélico, no se tarda en reclamar con gran urgencia y desparpajo, la responsabilidad civil subsidiaria por parte del Estado, sin crear pavor ni escándolo, antes bien al contrario. Cuando el Banco Central Europeo inyecta importantísimas cantidades de dinero, al objeto de minimizar la crisis surgida con las hipotecas de bajo coste, todos somos conscientes de lo imprescindible de llevar a cabo estas medidas, con dinero público, eso sí. Hete aquí, sin embargo, que cuando se trata de promover el disfrute de un derecho reconocido constitucionalmente para todo hijo de vecino, sea éste carnicero o astronauta, quien ve de marcado interés general, por ejemplo, la construcción de un parque temático, lanza sapos y culebras, representando a su partido, contra todo aquél que se atreva a hablar de subvencionar, desde las administraciones públicas, el alquiler de viviendas. Me lo expliquen.
Todo socorro es poco cuando se ofrece a personas de bajo poder adquisitivo, por muy propagandístico que sea. Quizá necesitemos, más de lo imaginado, de acciones propangandísticas que permitan solucionar problemas domésticos, sí, pero graves, humillantes para quienes los padecen, que, a buen seguro, no sera pocos ni pocas.